miércoles, 8 de febrero de 2012

C.K. Prahalad, de académico a emprendedor
C.K. Prahalad es un autor de best sellers y uno de los grandes expertos mundiales en estrategia. Pero, un día, se tomó licencia de sus actividades académicas, recortó sus horas de consultoría y se decidió a fundar su propia empresa, para poner en práctica sus teorías...

Por Estela Civano

C.K. Prahalad nació en Madrás (India) en 1941. Hijo de un prominente juez y profesor de sánscrito, desde muy pequeño demostró ser un excelente estudiante, con un espíritu inquisitivo y desafiante.

A los 19 años, mientras estudiaba Física en la universidad, fue reclutado por la fábrica local de baterías de Union Carbide. Prahalad reconoce a aquel momento como un punto de inflexión en su vida. Allí trabajó cuatro años en contacto directo con los operarios de la planta. De ellos aprendió, según sus propias palabras, "la extraordinaria sabiduría de la gente común".

Desde muy joven, sostuvo que "sólo cuando estás desafiado, inseguro, fuera de tu zona, puedes encontrar el autoconocimiento", filosofía que estuvo presente en todas las grandes decisiones de su vida. Por ejemplo, en su decisión de casarse con una joven que conoció mientras estudiaba en el Indian Institute of Management, contra la resistencia de toda su familia.

Tras contraer matrimonio, Prahalad viajó a los Estados Unidos para realizar un doctorado en Harvard, aspirando regresar luego a su India natal para continuar su carrera profesional. Sin embargo, la situación política de su país truncó aquel deseo y Prahalad, con unos pocos dólares en el bolsillo, se radicó definitivamente en los Estados Unidos. Allí consiguió un puesto de profesor en la Universidad de Michigan, donde realizó sus mayores aportes académicos.

En Michigan conoció a Gary Hamel, con quien publicó en 1990 un revolucionario artículo titulado "Las Competencias Esenciales de las Corporaciones", y posteriormente el best seller Compitiendo por el Futuro.

En aquella obra, con gran sencillez, los autores defenestraban la idea muy en boga de que "menos es más", sobre la que se apoyaban las populares reingenierías que se estaban ejecutando en muchas corporaciones, asesoradas por consultores de prestigio mundial.

Como pesados y lentos elefantes, las grandes empresas industriales se acercaban a fines del siglo XX con graves problemas de adaptación a las nuevas realidades. El mundo cambiaba mucho más rápido de lo que sus estructuras les permitían percibir y reaccionar.

Así, se habían puesto de moda el downsizing, el outsourcing y la reingeniería total como recetas de adaptación. Pero estos severos tratamientos, aplicados indiscriminadamente, en la mayoría de los casos demostraron ser aún peores que la enfermedad.

En este contexto, Hamel y Prahalad hicieron un llamado a detener la "anorexia empresarial", explicando que las empresas no deben competir por una cuota actual de mercado sino por una cuota del futuro, concentrándose en sus habilidades esenciales. Es decir, en aquellas capacidades que son valiosas para sus clientes, que las diferencian de sus competidores y que pueden extenderse a otras unidades de negocios.

Indirectamente, el planteo daba una vuelta de tuerca al concepto de ventaja competitiva de Michael Porter dotándolo, entre otras cosas, de una mayor aplicabilidad.

Tiempo después, Prahalad volcó su atención al proceso de democratización de la información debido al avance de la tecnología. El advenimiento de Internet y la globalización de las comunicaciones modificaron el balance de fuerzas en la pirámide socioeconómica mundial, dando mayor entidad a los consumidores de menores ingresos. Desde entonces, Prahalad se dedicó a estudiar cómo generar modelos de negocios exitosos para competir en este nuevo entorno.

Su siguiente best seller fue El Futuro de la Competencia (2004), donde describió el revolucionario concepto de cocreación de valor con el cliente. El planteo fundamental es que, en este nuevo mundo interconectado, el eje del pensamiento ya no pueden ser las empresas ni sus productos sino los clientes, quienes ahora participan activamente en la creación de los productos y servicios que desean consumir.

Las empresas deberán, por lo tanto, superar la tradicional investigación de mercados para encontrar la manera de incluir a los clientes en el desarrollo de los productos y aprender de las soluciones que ellos mismos son capaces de encontrar.

En el año 2000, Prahalad se tomó licencia de sus actividades académicas, redujo drásticamente sus horas de consultoría e invirtió algunos millones de sus propios dólares para fundar Praja, una organización sin fines de lucro de alta tecnología. El futuro del proyecto es aún incierto.

Pero no puede menospreciarse el hecho de que C.K. Prahalad es uno de los pocos académicos que se ha decidido poner en práctica sus propias enseñanzas.

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